Siempre se ha dicho que las
ciudades han robado terreno a los ríos y que, de vez en cuando, los ríos
deciden que van a recuperar su terreno y abandonan los cauces que les habíamos
impuesto. En Miranda nos pasa con el Ebro que, además de dar nombre a la ciudad,
nos da buenos sustos cada 10 años aproximadamente.
Todo empieza con rumores a lo largo de la semana sobre posibles
crecidas por lluvias y nieve, pero estamos acostumbrados a que el río se
“trague” el paseo que nuestro excelentísimo señor alcalde (pongan toda la
ironía que sean capaces en este calificativo) tuvo a bien mandar construir.
Pero esta vez la cosa pintaba fea desde el principio porque, el viernes noche,
el río bajaba con especial fuerza y la
crecida era mucho más rápida que en anteriores ocasiones(en un par de
párrafos os cuento el motivo).
Amigos propietarios de un negocio de hostelería, muy castigado por
anteriores crecidas del Ebro, estaban en vela y en alerta porque les habían
advertido que la cosa iba a ser fuerte. No pensaba yo al marcharme a casa, tras
la correspondiente ronda cervecera de madrugada y ver que el río se había
desbordado ya hasta la puerta de su establecimiento(acabó inundado con metro y medio de agua al igual que su
casa justo en la parte trasera), los acontecimientos que llegarían después.
A las 5:40 a.m. suena
el telefonillo de casa, llaman de protección civl para que saquemos los coches
del garaje porque hay riesgo de que se inunde. No hay problema, pero, una vez
salido el sol, comprobamos que la zona
de la ciudad que linda con el río está totalmente anegada y que el caudal sigue aumentando. Mirar por
la ventana y ver que el río rodea tu casa no es muy esperanzador, creedme.
La indignación crece cuando vemos los niveles del embalse de Sobrón
hasta el último momento para no desperdiciar una gotita de agua y cómo han
abierto compuertas de repente sin miedo a lo que pasara a los que reciban el
agua que ellos liberan. Parece que la confederación hidrográfica del Ebro se
preocupa mucho por nosotros y nos regala una bonita piscina natural en toda la
ciudad abriendo moderadamente las compuertas….hasta el punto de que la fuerza
del agua arranque un puente
en su camino.
Campos anegados, calles inundadas y cortadas con coches atascados, 1000 casas sin electricidad porque los
generadores subterráneos se colapsan por el agua, intentos de evacuación de unas 1500 personas, más
casas aún sin calefacción porque los cuartos de calderas se inundan, negocios
arrasados y la vida de mucha gente alterada.
Amigos que han visto su casa arrasada y que ahora pelean con
las compañías de seguros mientras ven cómo su casa está destrozada y enfangada,
cómo algunos no tienen techo y tienen que abandonar sus hogares, cómo pierden
fotos recuerdos y papeles importantes porque la fuerza del agua entró sin
llamar…y todo cortesía de esos amables señores que decidieron que era mejor
aguantar bien de agua en el pantano y después soltarla de golpe cuando la
situación era insostenible.
No se preocupen, nosotros seguimos sin garajes, sin electricidad, sin calefacción…y algunos sin casa,
pero para pasar el mal trago(de agua) muchos se entretienen pasando el rato
litigando con compañías de seguros que anuncian tardar hasta 15 días en ir a valorar los desperfectos, para que luego el
encargado de la cuenta intente colgarse una medalla por ahorrar unos euros a la
compañía escudriñando hasta el último detalle de la póliza para saber qué puede
eliminar de la indemnización.
Pero tranquilos, todos sabemos que los burócratas son intocables y que al final el que
paga es el de siempre.
Ahora, si me perdonáis, voy a ver si seguimos achicando agua del
garaje y el cuarto de calderas, porque no es muy agradable seguir desde el
viernes sin calefacción en pleno invierno norteño. A ver si terminamos antes de
que los amables señores de la confederación hidrográfica decidan ahogarnos otro
poco como entretenimiento.
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